Todas las tardes de los martes, un grupo de voluntarios del colegio (profes, personal administrativo, animadores…), realizamos una pequeña ruta por el barrio repartiendo un pequeño “sustento” (bocadillo, fruta, zumo y mascarilla) a las personas sin hogar que viven en la calle. En realidad este pequeño pack que ofrecemos es la puerta para acercarnos y compartir un momento de contacto humano, de escucha y comprensión. Es importante conocer sus necesidades materiales, pero mayor es la necesidad humana de relacionarse y charlar, sin sentirse juzgados ni cuestionados. Estas personas pasan mucho tiempo en soledad, a menudo atrapadas en su propio mundo sin posibilidad de poder salir sin ayuda.

La continuidad de esta actividad nos permite generar el marco de confianza suficiente para permitirnos entrar en sus mundos singulares, en sus historias, sus anhelos y sus aficiones, os sorprendería saber que hemos conocido a todo un apasionado ajedrecista, y os conmovería, conocer la alegría y solidaridad de nuestra entrañable pareja octogenaria.

Nuestra labor quisiera ir, cada vez más lejos, ocasionalmente nos han pedido otras necesidades puntuales, ropa, champú y gel… Esta semana hemos empezado a repartir mantas y edredones, en previsión del tiempo que viene.

Nuestro objetivo es seguir creciendo en esta relación de mutua ayuda: poder ofrecer, por un lado, un servicio más amplio, y por otro, recibir, una mirada diferente a una realidad, invisible para muchos, en nuestro propio barrio. Es nuestra manera de reconocer y valorar la dignidad humana.