La presencia de los Hermanos de La Salle en la Amazonía se remonta en el tiempo. Ese estar en la región amazónica necesita ser pensado en vista de una actualización de su misión, en Bolivia, Perú, Brasil, Colombia, Venezuela y la Guyana Francesa. Podemos decir que la Red Eclesial Pan Amazónica – REPAM, la Laudato Si y el Sínodo para la Amazonía suponen un incentivo a más para los lasallistas, que están viviendo un Año Jubilar con motivo de los 300 años de la muerte de su fundador, San Juan Bautista de La Salle, en vista de una conversión ecológica y la vivencia de una ecología integral.

La semana pasada, de 20 a 24 de mayo, se encontraban en Tabatinga, Brasil, en la Triple Frontera con Colombia y Perú, religiosos de La Salle y laicos que participan de ese carisma, teniendo como motivación, “tomar una perspectiva de nuestra casa común”, como reconocía el hermano Carlos Castañeda, secretario de misión para la región latinoamericana. Según el religioso mexicano, “La Salle tiene mucho que decir, en conjunto con otras congregaciones religiosas, con la REPAM y con otras instituciones que tienen esta visión. Queremos lograr una visión conjunta, un trabajo conjunto, que nos ayude a crecer como Iglesia”.

El encuentro ha reunido a representantes de nueve obras y proyectos que realizan su misión en el contexto amazónico, en principio, según Carlos Castañeda, “para conocerse y explorar posibilidades de acción conjunta entre las obras lasallistas, pero también con otras congregaciones religiosas y con la REPAM”, todo ello, en opinión del religioso, esperando “encontrar un horizonte que nos permita aproximarnos a las perspectivas de trabajo amazónico lasallista y con otras instancias que tengan fines similares”.

En su mensaje a los participantes, el consejero general para América Latina, el hermano Paulo Petry, definía la Amazonía como “antesala de la eternidad”, lo que demanda, según él, “reflexionar, proyectar y amar esta “ante-sala” con amor y pasión, con cuidado y dedicación, para ya aquí y ahora, ir revelando la belleza del paraíso presente en el “pulmón del mundo”, en la floresta, en los ríos y en la gente querida y tantas veces sufrida de la Pan Amazonía”. El consejero general ha insistido en la necesidad de “ser presencia eclesial en la Pan Amazonía”, afirmando la urgencia de un tiempo para “purificar el corazón, sembrar la bondad, la esperanza, la fe, la alegría, el amor, la justicia y la paz. Es tiempo de vivir la caridad y la compasión con un corazón sabio”, una misión en la que se quiere hacer presente, con su apoyo, toda la congregación.

El hermano Paulo Petry ve prioritario el acompañar a los más vulnerables, “encontrarse con el otro, con lo diferente, con el otro fuera de nuestro mundo limitado”. También descubrir que “en la Amazonía somos llamados a sumar, a construir redes”, teniendo “un corazón compasivo y misericordioso que sabe acoger y perdonar, amar y sonreír, capaz de regocijarse con los que viven fuera de nuestras fronteras”, que llegue a los alejados y excluidos.

Uno de los representantes de la comunidad local, el hermano Jhonmar Sánchez, que convive con religiosos de Brasil, Colombia y Perú, destacaba que el encuentro pretendía “poder generar una presencia de misión junto con las poblaciones indígenas, ribereñas, con los jóvenes, de formación de los catequistas en las comunidades, haciendo misión junto con la Iglesia local”. El religioso venezolano ve como un gran desafío el hecho de “poder salir de nuestras propias estructuras, comodidades ya establecidas dentro de la dinámica escolar o educativa, para pensar en otras realidades, situaciones que se presentan en el mundo, especialmente en esta región amazónica”.

Vivir en la Amazonía “es una oportunidad para encontrarse con Dios a través de la naturaleza, de la selva, del agua, de los indígenas, de comunidades muy especiales”, afirmaba el hermano Andrés Caballero, que vive en San Vicente del Caguán, Colombia. Desde la identidad lasallistas, centrada en la educación, el religioso reconoce que “la tarea es grande, y tenemos que vincular a todos los jóvenes, lo más pronto posible, para que hagan redes de interés por la Amazonía”. Eso debe llevar a los jóvenes a “ser conscientes que esta casa, que es de todos, es realmente muy importante, deben hacer conciencia de que en cada árbol, en cada lago, en cada río, se encuentran todo un mar de posibilidades”, según el lasallista colombiano.

Por eso, “tenemos que hacerles conscientes de que la nueva era de la educación debe partir de la Pan Amazonía, de lugares tan especiales que sencillamente se transcienden en temas de desarrollo, en crecimiento económico, en dignificación de la vida de las personas, sencillamente acercándose a lo que durante muchos años se ignoró”, afirmaba el religioso, que insistía en que “hoy en día los indígenas son nuestros principales maestros, de ellos debemos aprender y empezar a cuidar nuestra casa”.

El secretario de gestión y organización de la región latinoamericana lasallista, el hermano Sergio Leal, destacaba que “este encuentro ha significado la oportunidad de encontrarnos como lasallistas y como vida religiosa que está presente aquí en la Amazonía. Es la primera vez que nos encontramos en un solo lugar para reflexionar acerca de lo que hacemos y de los que podemos hacer”. Junto con eso, afirmaba que ha sido “la oportunidad de compartir esas experiencias significativas, pero también de mirar esos desafíos y esos retos que nos llama la realidad, la naturaleza, los indígenas, la Amazonía, las diferentes problemáticas por las que atraviesa la Pan Amazonía”.

El religioso colombiano también lo ve como “una oportunidad para que juntos y por asociación podamos dar una respuesta, no solamente como lasallistas, sino como consagrados y como Iglesia católica presente en esta zona del mundo”. Al referirse a la Amazonía, reconocía que “lo que más está impactándome de esta realidad y de este encuentro es lo que los hermanos indígenas nos piden como Iglesia y como lasallistas, qué podemos hacer para brindar una educación pertinente para ellos, que se adapte a sus necesidades, que no irrumpa en su contexto, y que les permita seguir siendo indígenas y cultivando ese aspecto”.

Este ha sido un “encuentro de hermanos que traen toda esa riqueza del carisma y la vitalidad lasallista dentro de esta región amazónica”, reconocía el hermano Plácido José Bohn, que trabaja en Zé Doca, Maranhão, Brasil. En su opinión, es un desafío “para el cuidado de esta región, y junto con la Iglesia y otras congregaciones asumir este proyecto, que más que nunca, es importante en todos los sentidos, para la Iglesia, para la sociedad”. Según el lasallista, “en esa región, donde se percibe tanta fragilidad, pero al mismo tiempo se ve toda una vitalidad, donde la vida aparece en tantos frentes, humana, vegetal, animal, se necesita enfrentarla con valentía”.

Desde la visión de la antropología, Pedro Rivas, del Instituto Caribe de Antropología y Sociología de la Fundación La Salle, que tiene su sede en Caracas, reconocía que “llegó el momento de coordinar acciones en conjunto, ayudarnos recíprocamente y ayudar a todas las comunidades que habitan en la Amazonía”. Por eso, afirma que “en la medida en que trabajemos de manera participativa, dándoles voz a ellos para orientar nuestras acciones, pienso que va a ser más eficaz nuestras posibilidades de acción social con las comunidades”.  Según el antropólogo, “el encuentro ha permitido hacer un resumen histórico de las diferentes organizaciones que hacen vida en esta importante parte de nuestro planeta, una reflexión acerca de nuestras limitaciones, pero también de las ventajas que tienen cada una de nuestras organizaciones, en cuanto a experiencias, a enfoques metodológicos”.

Desde esa perspectiva, “en la medida en que aumente esta comunicación, se favorecerá el trabajo en redes y se podrá profundizar la acción transformadora positiva en cada una de las comunidades”, en opinión de Pedro Rivas. Él reconoce que “se han detectado algunas prioridades desde el punto de vista institucional, sin embargo, hace falta hacer mesas de trabajo con las propias comunidades y ver qué es lo que ellos perciben como necesidades perentorias”. El antropólogo parte de la idea de que “no necesariamente las necesidades identificadas por las comunidades son las necesidades que nosotros, con ojos ajenos, creemos que son las prioritarias en las comunidades”. Por eso, ve necesario “conciliar ambos puntos de vista, y en ese sentido, hay que profundizar nuestra presencia en el territorio”.

Para llevar a cabo esa labor, “es importante reactivar el tema de las visitas itinerantes, pero también el acompañamiento de los procesos y después de la ejecución de los proyectos, ya que con frecuencia, una vez finalizados los proyectos, cuando las comunidades asumen autónomamente su continuidad, puede haber cierto decaimiento, cuando son arrastrados por las circunstancias de los problemas cotidianos, los problemas que ejercen situaciones externas a las comunidades”, según Pedro Rivas. En ese sentido, afirma que “es importante la presencia y el acompamiento posterior”.

Desde su posición de laico, cree que “es importante que nos pongamos de acuerdo para que nuestras acciones, bien sea desde los religiosos, desde los laicos o desde cualquier persona que, más allá de las confesiones, esté interesado por el bien del Planeta y de las comunidades, sean realmente eficaces”. Esto demanda, en opinión del antropólogo que “este tipo de encuentro debería continuar en el futuro y que las conclusiones se lleven a la práctica, se hagan efectivas gradualmente”.

Para alguien nacido en la cultura aimara de Bolivia, como es el hermano Cristobal Mamani, “tocar el tema de la Amazonía es una necesidad fundamental para poder fortalecer los valores culturales y también rescatar las prácticas de los pueblos originarios”. En su opinión, “tratar estos temas es fundamental para poder ser soporte para la humanidad y para la misma cultura”. Es algo que La Salle intenta desde la educación, a través de la cual “tratamos de inculcar, fortalecer los valores relacionados con la conciencia ambiental, con la ecología global, tal y como el Papa fundamenta con el cuidado de nuestra casa común” afirma el religioso indígena.

Este encuentro ha ayudado al hermano Cosme Zambrano, peruano de origen quechua, a “saber que nosotros vivimos en una casa bastante grande. Esta casa que ha sido reinada por Dios y necesitamos de verdad integrarnos”. Según el religioso, “esta necesidad de integrarnos, de compartir la vida, el espíritu, lo que tenemos en nuestro entorno, creo que es una forma de vivir en paz, de decirnos entre nosotros que somos hijos de Dios”. Para él, “esta casa grande no sólo es el verde que vemos o el río que transcurre, sino que son las personas que viven allí, los animales, que de hecho tienen una comunicación e integración con la parte andina”. Esta integración que vemos en la Amazonía “es resultado de una historia que Dios nos ha permitido vivir, que nos ha confiado en esta tierra”, sostiene el religioso peruano, que reconoce que “esta reunión, al hacernos notar lo mucho que hay por hacer, me lleva al compromiso y a respuestas que debemos dar a estas necesidades que nos va mostrando Dios”.