El término “adviento” viene del latín “adventus” que significa venida, llegada. Es tiempo de avivar la espera del Señor. Son las cuatro semanas que preceden a la Navidad, también supone el comienzo de un nuevo ciclo litúrgico.
Tenemos cuatro semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida del Señor.
La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión. Se nos propone pedir perdón y saber perdonar, necesitamos un ambiente de armonía y amor en todos nuestros ámbitos: con la familia, amigos, vecinos, compañeros…
La segunda semana nos invita, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La propuesta, en esta segunda semana, es acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado.
La tercera semana preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor. Se destaca el papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María, rezándole a ella en familia.
Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Dirigimos nuestra mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y aprendemos, como ella, a aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo. Ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta: vivir la armonía, la fraternidad y la alegría de la Navidad.
Sin duda un tiempo litúrgico lleno de luz, esperanza, entrega y alegría. Es el momento de preparar la casa, de adornarla, de ir encendiendo velas en la corona, de ir descontando días en el calendario, de preparar el pesebre, de maravillarse y rezar en familia.


Feliz Adviento